miércoles, 29 de julio de 2009

Mis poemas enserrados

Todo comenzó en agosto con una plática sobre la división entre la sierra y la huasteca.
En un intento por descifrar o por establecer los límites, los límites quedaron rotos.
Y se acabaron los límites.
Veracruzano de nacimiento, cuando era niño solía atravesar la sierra poblana con disgusto y desgano, en un viaje lleno de curvas que se me hacía eterno, así, pasaba invariablemente el principio y fin de cada una de mis vacaciones escolares.
La recompensa merecida, la tenía al satisfacer mi gula por los antojitos con sabor a sierra y la sabrosa comida de mi huasteca veracruzana querida.
El zacahuilt, las enchiladas rojas con cecina, los frijoles negros, el café, los molotitos, el queso fresco...
Son sólo algunos de los manjares que se pueden degustar en esta región cálida a mitad del año, extremosa y fría en el invierno y húmeda, húmeda como los besos adolescentes.
La sierra con su característica neblina, la huasteca con su singular alegría, dos regiones hermanas que se tocan y se confunden en los estados de Hidalgo, Veracruz, Puebla, San Luis Potosí, Querétaro y Tamaulipas.
Tierra de mujeres hermosas y apasionadas, la sierra y la huasteca son motivo de inspiración para este ejemplar que hoy tienes en las manos, un buen pretexto para hablar de amor.
El amor en sierra, el amor encierra.
De amores imposibles y amores inconclusos, surjen estos poemas ocultos de entre cientos de archivos, encerrados, clandestinos, que hoy salen a la luz para ser leídos, declamados y nada me complacería mas, que ver adornada una carta con alguno de ellos, intentando decir lo que a veces la boca nomás no puede.
Las historias de amor nunca terminan.
Y con la esperanza de mantener este romance, hoy te entrego, mis poemas enserrados.
Que los disfrutes.
Efrain Rios

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